
Este sudario, que se guarda en Turín, es uno de los iconos más famosos de la Iglesia Católica.
Se supone que es la tela que envolvió a Cristo en el sepulcro. La prueba de la tridimensionalidad de la imagen, con la que se defiende su auntenticidad, se publicó en Applied Optics en 1984. Se puso un hombre ante una copia de la tela y se midió la distancia de separación en trece puntos para establecer na correlación entre las manchas de la sábana y la forma del cuerpo.
Fué imposible hacer coincidir la figura del rostro y la cabeza con el modelo humano. Algunos puntos distorsionaban el resultado, así que se eliminaron. Y como la correlación no funcionaba, modificaron los valores para que cuadraran.
A simple vista, ya se reconocen anomalías en la anatomía que revela la tela: asimetría facial, un cráneo deforme y piernas y tobillos en una posición imposible. La espalda, anormalmente plana, y los brazos y dedos, demasiado largos, son síntomas de una enfermedad del tejido conectivo llamada sindrome de marfan.
Además, la cabeza sangra de manera irreal, en finos hilos.
El microanalista Walter Mc Crone estudió en 1978 muestras del sudario y en las supuestas manchas de sangre descubrió restos de pigmentos utilizados por los artistas medievales. Por otra parte, con la prueba del carbono 14 se estimó su creación entre 1260 y 1390, en perfecto acuerdo con la primera aparición de la reliquia.
Este es un reportaje lo he sacado de una revista de investigación.
Me parece un tanto intrigante, que se intente manipular la fe de los creyentes.
¿Tanto miedo tienen a perder clientes que se tienen que inventar relíquias?
Parece, que el vaticano no está muy seguro de muchas cosas que categóricamente afirman, en su afan de monopolizar la fe cristiana, que se tienen que buscar otros medios para evitar que las personas menos crédulas les abandonen.
Señores, si uno cree en jesús, no hace falta ni bautizarse, ni confirmarse, no casarse por la iglesia ni nada.
Curiosamente, todos estos rituales, proporcionan a la iglesia cuantiosos ingresos de los que no pueden prescindir.
Si crees en jesús, él mismo dijo (supuestamente) que tienes que amar al prógimo como a ti mismo, cosa que desde roma no se ve.